Artículo

El humor, la pesadilla de los traductores

Debido a su esencia cultural, el humor transita con dificultad entre lenguas diferentes. Para reconstruir el sentido del texto original, el traductor debe hacer gala de mucha creatividad.
Courier_humor

Marina Ilari

Traductora española, especializada en traducción creativa y adaptaciones de juegos de vídeo. Directora General de la empresa Terra Translations y coanimadora del podcast En pantuflas, una emisión consagrada a la traducción.

¿Qué nos hace reír? Lo que consideramos divertido puede variar en función de la edad y de la personalidad, pero también la lengua y la cultura son factores decisivos. El humor está intrínsecamente vinculado a la cultura en la que surge y, precisamente por eso, puede ser una de las expresiones más difíciles de traducir.  

Como el humor suele estar íntimamente relacionado con el idioma -retruécanos, expresiones locales, juegos de palabras y referencias culturales- la traducción literal de un chiste suele anular su potencial humorístico o simplemente resultar incomprensible. Para conservar la esencia de un chiste, el traductor debe enfrentarse al dilema siguiente: preservar el sentido inicial (usando una traducción literal) o adaptarlo de manera radical. Se trata, entonces, de crear algo nuevo que conserve la emoción y la intención del texto original. 

Para traducir expresiones humorísticas, a menudo es preciso utilizar la creatividad

Para traducir el humor, a menudo es necesario volver a crearlo. Toda la dificultad radica en que un juego de palabras es una pirueta verbal basada en el sentido y la ambigüedad de las palabras, y en que la pronunciación y la manera de escribirlas cambian de una lengua a otra. Un buen ejemplo es el siguiente chiste, que contiene un juego de palabras en inglés: Last night, I dreamed I was swimming in an ocean of orange soda. But it was just a Fanta sea. En este caso, el calambur consiste en que Fanta sea (en español, “un mar de Fanta”) se pronuncia como la palabra fantasy (“sueño” o “fantasía”).

En el ejemplo anterior, un traductor quizá debería imaginar un chiste distinto. Tal vez podría tratar de preservar algún elemento del texto original y componer, por ejemplo, otra broma sobre bebidas, porque la creación de un nuevo calambur o juego de palabras podría ser la única manera de conseguir una expresión humorística que tuviera sentido.

La explicación aniquila el humor

¿Quién no ha tratado alguna vez de explicar un chiste y en qué consiste su (presunta) gracia? El escritor estadounidense E. B. White afirmó que “es posible disecar el humor como se diseca una rana, pero la gracia muere durante la operación. Y quienes no están movidos por un espíritu científico, se encuentran entonces ante un manojo de tripas repugnantes”. 

“Es posible disecar el humor como se diseca una rana, pero la gracia muere durante la operación”

E. B. White, escritor estadounidense

Esta frase ilustra lo que puede suceder cuando el traductor decide explicar un chiste en otro idioma. La exégesis puede ser interesante desde el punto de vista lingüístico, pero la gracia no sobrevive. Una nota al pie de página o una explicación pueden incluso excluirse en determinados contextos como, por ejemplo, en los subtítulos de una película o en la voz en off de un juego de vídeo.

Otra dificultad que suele afrontar el traductor es ¿qué hacer cuando el chiste es malo? ¿Debe imaginar otro chiste igualmente malo o tratar de producir algo más gracioso? Este es un dilema frecuente y, por lo general, la solución radica en descifrar la intención del autor. Tal vez el chiste mediocre tenga un motivo y, en ese caso, es esencial que los traductores sean capaces de transmitir esa intención en la lengua de destino. Ahora bien, si, por el contrario, la intención del autor es hacer reír a su público, entonces el traductor debe hacer todo lo posible para que la traducción genere el mismo efecto. 

Más cómica será la caída

Cuando un traductor adapta un texto humorístico que gira en torno a la lengua en sí, debe tratar de preservar una parte de la gracia original. Esta idea es particularmente importante si los chistes están asociados a una imagen o un sonido, como suele ocurrir en los contenidos multimedia.

Veamos cómo se aplica esta idea en la película estadounidense de acción Top Secret !, de 1984, en la que los dos protagonistas se encuentran con una persona de lengua alemana. El héroe se excusa y dice que no habla ese idioma, pero la heroína le responde : “No hay problema. I know a little German... he’s sitting over there”. En un restaurante repleto de público, la joven señala a un hombre bajito vestido con un atuendo tradicional alemán, ¡que se pone de pie y la saluda con grandes ademanes! Cuando era niña vi esa película varias veces en compañía de mi familia y el chiste siempre me hacía reír. Porque en inglés, la expresión I know a little German es polisémica: puede significar que uno tiene nociones de la lengua alemana o que conoce a un alemán de corta estatura.

Pero, ¿cómo trasladar ese chiste a otro idioma, cuando una imagen complementa el diálogo? Las adaptaciones que están obligadas a conjugar un texto con una imagen o un sonido plantean dificultades que únicamente los traductores más creativos e ingeniosos son capaces de resolver.

Una buena dosis de inventiva

El público destinatario es un elemento decisivo en la traducción de textos humorísticos. Cuando los idiomas presentan variantes o dialectos diferentes, el conocimiento del público que ha de recibirlos permite determinar el léxico que el traductor debe emplear. 

Cuando se trata de traducir para un público más amplio, el traductor deberá evitar la utilización de expresiones familiares o regionales específicas. Esto añade una dificultad adicional a la adaptación, porque los regionalismos dan más sabor a una lengua y permiten acercarse a un público específico. También es preciso tener en cuenta la edad del público destinatario, porque la traducción de contenidos infantiles difiere mucho de la destinada a un público de más edad. En el primer caso, es imposible emplear un lenguaje inadecuado o un vocabulario complejo. 

Formular un buen chiste para un público específico exige ingenio e inventiva. Por lo general, el humor está íntimamente vinculado a la lengua, a la manera en que las palabras se escriben o suenan, y a la forma en que se asocian. Además, cada cultura posee su propio sentido del humor, en función de su historia y sus tradiciones, valores y creencias. Eso quiere decir que a menudo solo las personas oriundas de una cultura específica son capaces de comprender un chiste o de encontrarlo gracioso. Encontrar las palabras exactas para preservar el humor y expresarlo en una lengua de destino es verdaderamente una forma de arte y constituye un reto importante para cualquier traductor.

Traducción, puente entre mundos
UNESCO
Abril - Junio 2022
UNESCO
0000381067