Idea

En América Latina, se abre la lucha contra el plástico

De una punta a otra del continente se multiplican los proyectos encaminados a fomentar un mayor conocimiento de los medios marinos y desarrollar una condición de “ciudadanía oceánica”.

Por Rodrigo Torres y Samila Ferreira



El proyecto nace en 2010 en la ciudad de Salvador de Bahía, al noreste de Brasil, al día siguiente de Carnaval. Frente a la montaña de deshechos arrojados al mar tras esta fiesta popular, que cada año supone la salida a la calle de millones de habitantes para desfilar y bailar, cuatro surfistas deciden reaccionar. Crean Fundo da Folia (Fondo de la Fiesta) para recoger los desechos que han ido a parar al mar.

En Brasil el proyecto Fundo da Folia ha permitido recoger decenas de toneladas de desechos

Diez años más tarde, la asociación sigue existiendo. Y crece cada año que pasa. Científicos y vecinos participan actualmente en las actividades y no dudan en armarse con equipamientos básicos de buceo para bajar en apnea a recoger los desechos del fondo de la bahía, secundados por otros voluntarios en tablas de surf y stand up paddle. Ya se han llevado a cabo más de 200 actividades en el marco de este programa, que combina deporte con sensibilización ambiental, y que ha contribuido al rescate de decenas de toneladas de residuos. En 2019 la zona de actuación del proyecto fue declarada área protegida a nivel municipal, naciendo así el Parque Marino de la Barra, la primera reserva marina en contexto urbano de Brasil.

Esta iniciativa constituye un ejemplo entre tantos de la sensibilización creciente a la contaminación marina que se está llevando a cabo en América Latina y que toma la forma de proyectos de limpieza de playas, talleres de sensibilización en los colegios, campañas “cero desechos” en las redes sociales, etc.

Islas de plástico

La difusión en los medios de comunicación y por las redes sociales de imágenes de playas convertidas en vertederos a cielo abierto y de  tortugas ahogadas por la ingesta de bolsas de plástico ha provocado un gran impacto en el gran público. El océano se va hundiendo bajo estos materiales: se estima que cada año se vierten ocho millones de toneladas de plástico en los océanos. Según un informe del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF), América Latina es el cuarto productor mundial de desechos plásticos. 

Cada año ocho millones de toneladas de plástico van a parar a los océanos

Ahora bien, una gran parte de esos desechos va a parar a las playas, quedan a la deriva en la superficie de los océanos o invaden los fondos marinos descomponiéndose en micropartículas. Hoy en día, es sabida la presencia de una concentración alarmante de plástico en el océano a una distancia de cerca de 1.000 km de la costa de Chile, que en algunas zonas llega a 50.000 piezas/km2.

El caso de las pajitas de plástico, que pueden tardar un centenar de años en descomponerse, es sintomático de los objetos de un solo uso que han invadido nuestra vida cotidiana. Varios países de Latinoamérica, como Chile, México, Argentina o Brasil se han sumado a iniciativas globales encaminadas a prohibir el uso del plástico y han llevado a cabo acciones a través de campañas creativas en las redes sociales con el fin de concienciar a la población de su toxicidad.

El combate puede parecer ridículo si tenemos en cuenta los desafíos a los que hay que hacer frente. Si bien las pajitas representan una parte ínfima de la basura marina, estas campañas contribuyen a generar una percepción pública mucho más amplia sobre los efectos negativos del uso y descarte de utensilios plásticos aparentemente inofensivos, omnipresentes en nuestro día a día. Además, nos invitan a reflexionar sobre nuestros hábitos de consumo y el impacto de nuestros gestos cotidianos en el medio ambiente.

El mar en 3D

Más allá de las iniciativas en el terreno, la concienciación del público pasa también por la difusión de recursos pedagógicos y educativos capaces no solamente de permitir al joven público comprender mejor los fenómenos físicos, químicos, climáticos complejos que rigen el océano, sino también de modificar nuestra imagen y la relación que tenemos con él. En un mundo cada vez más hiperconectado, las tecnologías digitales presentan interesantes posibilidades en ese sentido.

En Uruguay, por ejemplo, un proyecto llamado "Ruta de las Embarcaciones: Desarrollando un Museo Virtual del Paisaje Marítimo de la Bahía de Maldonado, Uruguay" está dirigido a concienciar al público de los temas vinculados a la preservación del patrimonio cultural marítimo y subacuático. Propone experiencias de educación y entretenimiento a través de tecnologías para acceder a los conocimientos generados por investigaciones científicas.

El programa consiste en la modelación tridimensional de sitios icónicos vinculados al pasado marítimo regional utilizando recursos de realidad virtual y aumentada para crear exposiciones museológicas virtuales cuyo hilo conductor son las gentes del mar, sus embarcaciones, las rutas históricas y los paisajes marítimos.

El objetivo es jugar con las posibilidades que aportan las culturas digitales para proponer una apropiación del público de su herencia cultural, así como una reflexión sobre los cambios de perspectivas que enmarcaron las relaciones de las personas con el mar, la construcción de identidades y del sentido de pertenencia.

Más allá de las diferencias de perspectiva, estas iniciativas tienen en común que nos hacen cuestionarnos, no lo que los océanos tienen que ofrecernos, sino qué es lo que podemos hacer nosotros por ellos.

Rodrigo Torres

Oceanógrafo y Doctor en Arqueología Subacuática. Profesor del Centro de Investigaciones del Patrimonio Costero, Universidad de la República, Uruguay.

Samila Ferreira

Doctora en Antropología Cultural e Investigadora asociada al Centro de Investigaciones del Patrimonio Costero, Universidad de la República, Uruguay.

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UNESCO
Enero-Marzo 2021
UNESCO
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