Idea

Frankétienne: “La creación es una odisea sin escalas”

Poeta, dramaturgo, novelista, pintor y actor, Frankétienne es una figura importante de la literatura haitiana. Autor de una obra exuberante, escribe tanto en creole como en francés y, junto a otros autores, fundó el espiralismo, un movimiento literario y estético que trata de expresar la fecundidad del caos a través de una escritura que conjuga la imaginación verbal con la transgresión de las reglas clásicas de la narración. Desde 2010, Frankétienne es Artista por la Paz de la UNESCO.
Entretien avec Frankétienne, écrivain Haïtian

Entrevista realizada por Agnès Bardon
UNESCO

Cuando usted nació, en el pueblo de Ravine-Sèche de la provincia de Artibonite, en Haití, recibió el nombre de Jean-Pierre Basilic Dantor Franck Etienne d’Argent. ¿Cómo llegó a ser luego simplemente Franketiènne? 

Nací el 12 de abril de 1936 en una zona rural denominada RAVINE-SÈCHE*, donde el vudú era por entonces el culto religioso dominante. Mi abuela, Anne Etienne, y mi madre, Annette Etienne, se pusieron de acuerdo para bautizarme con un rosario de nombres valientes, con resonancias místicas y barrocas, que sirvieran para proteger al “petit blanc” de los daños y maleficios de eventuales hechiceros. No fue tarea difícil, ya que no tuvieron que rendir cuentas a nadie; mi padre biológico, Benjamín Lyles, un millonario estadounidense, nunca se ocupó de mí. Para evitar las burlas malévolas que me dirigían mis condiscípulos, mi madre tomó la decisión de consultar a un funcionario del Registro Civil para poder recortar ese nombre tan largo. Así fue como, a los 17 años, me convertí en Franck Etienne, a secas. Cuando ingresé oficialmente en el ámbito de la creación artística y literaria, me transformé en Frankétiene, todo junto. Mucho más tarde descubrí que “Frankétienne” sonaba de forma muy similar a “Frankenstein”. Misterio insólito, vinculado a la espiral y a la índole perturbadora de mi obra.                                        

Usted se crió en un medio donde predominaba la lengua creole y luego aprendió el francés en la escuela. Cuando se hizo escritor, publicó en ambas lenguas, en particular Dézafi, primera novela en creole haitiano. ¿Cómo se mueve usted entre esos dos idiomas?

Al haber vivido casi medio siglo en un contexto popular creole, cercano a mis raíces rurales, percibí y penetré rápidamente la esencia, los matices y la profunda belleza de mi lengua materna. Gracias al diccionario Larousse, las obras clásicas y las novelas, comencé el aprendizaje del FRANCÉS. De hecho, mis primeros trabajos literarios se publicaron en este idioma. Tuve que esperar hasta el año 1975 para producir DÉZAFI, que vino a ser la primera novela escrita realmente en lengua creole por su autenticidad y su modernidad, ya que ATIPA, del guyanés Alfred Parepou, se asemeja más bien a un relato tradicional. Escribí novelas, textos poéticos y obras de teatro tanto en francés como en creole, sin dificultad, sin ruptura, sin traumatismos, incluso cuando me dirigía a dos públicos diferentes. Se produjo, simplemente, un fenómeno de interacción y enriquecimiento al utilizar esos dos instrumentos lingüísticos con sus diferencias, sus particularidades y sus afinidades.

Por su autenticidad y su modernidad, DÉZAFI, es la primera novela escrita realmente en lengua creole

A lo largo de su vida, usted ha sobrevivido a la miseria y la dictadura, y ha superado otras tantas pruebas. ¿Han sido los libros su tabla de salvación?

Sin duda, la creación plástica, la producción literaria y la actividad teatral (como dramaturgo y como actor) han contribuido a mi salud al permitirme superar muchas pruebas que han conmocionado mi existencia “a lo largo de ese río intranquilo que llamamos vida”. 

Tras haber sido militante comunista hasta la edad de 40 años, opositor a la feroz dictadura de los DUVALIER, los sucesos de la historia haitiana y mis experiencias personales me llevaron progresivamente a romper con el Partido Comunista y la ideología marxista. Sin embargo, no me convertí en practicante de ningún credo. Soy “crístico”, por mi fe en la mitología excepcional de Cristo, que supo trascender humildemente todas las estupideces humanas para acceder a la Sublime y Conmovedora Naturaleza Divina. DIOS, para mí, es la fuente de energía primordial atomizada y presente en la más mínima partícula del UNIVERSO INFINITO. Mi trayectoria actual está determinada por una sensibilidad espiritual que se encuentra en los quarks, los leptones, los hadrones, los cuantos y todas las demás partículas elementales de la psicomateria dotada de una forma de inteligencia.                         

Usted ha elegido desde siempre vivir en Haití. ¿Qué le debe su escritura a esa isla ardiente?

A través de la materia enigmática, caótica y misteriosa de HAITÍ, la inteligencia divina de la energía universal me lo ha dado todo, desde mi oscuro nacimiento hasta el esplendor de mis 87 años.  

Por suerte, mi padre biológico no nos dejó nada, ni a mi madre, la pequeña campesina, ni a mí, el genial engendro, el escritor-artista atípico escogido por la Luz y el Soplo del Espíritu Absoluto. Si no, no habrían existido los más de 60 libros que he escrito, ni los cinco mil cuadros que he pintado en 60 años de trabajo intenso. Eso hizo de mí un loco original que ha debido irritar a todo un rebaño de gente “normal”. 

Nunca dejaré de recordar con alegría al célebre Aimé Césaire, que la primera vez que me recibió en el Ayuntamiento de Fort-de-France, dijo con su dulce voz: “¡Por fin recibo a Monsieur Haití!” Aquello fue en 1994, unos 15 años antes de su fallecimiento.

Su primera novela, Mûr à crever, publicada en 1968 sentó las bases del “espiralismo”. ¿Cómo describiría ese movimiento literario fundado con otros escritores haitianos como Jean-Claude Fignolé y René Philoctète? 

René Philoctète, Jean Claude Fignolé y yo sentamos, en efecto, las bases del movimiento literario denominado espiralismo, y yo lo continué luego al escribir Mûr à crever.

Me consagré en cuerpo y alma, y totalmente solo, a la fabulosa aventura de la ESPIRAL. Nunca me preocupé por prever o saber en qué puerto iba a desembarcar. De hecho, nunca he desembarcado en ninguna parte. Estoy aquí, en mi país, y a la vez en todos los lugares del mundo. Siempre ha estado de viaje, en busca de novedades. La creación permanente es una odisea sin escalas que se prolonga a través de múltiples escollos: tormentas y tormentos, vendavales, tornados, huracanes, y todo tipo de peligros imprevisibles con algunos remansos poco habituales de ilusoria felicidad. 

A menudo, el creador atraviesa un inmenso desierto, donde de pronto descubre la intensidad, la belleza de la soledad y la plenitud del silencio que quedan fuera de clichés, estereotipos, paisajes estériles y fórmulas gastadas, obsoletas y estancadas. Jamás he tenido la pretensión de ser historiador, cronista, sociólogo o antropólogo. Pero tengo la patética convicción de haber producido, en un contexto excepcional y doloroso, una obra artística y literaria dotada de una dimensión innovadora ineludible. 

De cara al futuro, el destino de mi obra no depende de mí ni de nadie. Simplemente, asumiré hasta el final mi locura creadora y mi sublime soledad. A través de la espiral, en Corde et Miséricorde, la última experiencia literaria de mi carrera de escritor, no siento ningún pudor al hablar poéticamente de mis debilidades y mis puntos fuertes, de mis ilusiones y decepciones, de mis dolores y alegrías efímeras, y de mis triunfos y derrotas. 

La estética de la espiral me ha permitido explorar la complejidad del universo y su misteriosa energía en perpetuo movimiento vibratorio, giratorio y gravitacional

Mi vida atormentada ha girado en torno a un misterioso precipicio mientras mi voz emitía gritos densos e intensos, a menudo en medio de un inmenso desierto. Con valor, he asumido hasta el final la estética de la espiral que, a través de una escritura volcánica y turbulenta, me ha permitido explorar la complejidad del universo y su misteriosa energía, en perpetuo movimiento vibratorio, giratorio y gravitacional. En todos los ámbitos (literario, artístico, científico) la autenticidad es primordial. La innovación sigue siendo una apuesta, un reto, una locura que implica una voltereta en el vacío, el salto de la fe. Con los ojos cerrados, sigo saltando en un viaje lleno de incertidumbre, sin plantearme siquiera la posibilidad de que exista un colchón o una red lista para recibirme y atenuar la caída. Y seguiré saltando hasta exhalar mi último aliento. 

Usted fundó una escuela en Port-au-Prince e impartió clases allí durante mucho tiempo, en particular cursos de matemáticas. ¿Qué lecciones extrajo de esa experiencia?

Fue una experiencia pluridimensional. Impartí cursos de literatura haitiana y francesa, ciencias sociales, física, matemáticas y filosofía. Esa tarea me permitió constatar que vivimos en un Universo de Energía Misteriosa y que todos los elementos de este extraño UNIVERSO están en permanente interconexión. El UNIVERSO es holístico y, al mismo tiempo, está marcado por la diversidad, la unidad, la simbiosis, la sinergia, la polifonía, la infinitud y, paradójicamente, también por la fragilidad, la vulnerabilidad y lo efímero. Todo está vinculado y conectado en las infinitas pulsiones del Misterio DIVINO, inabarcable, indescifrable e impredecible, dentro de una matriz caótica y fecunda, donde la Luz y las Tinieblas se mezclan y se interpenetran para dar paso al FUTURO en un mundo imprevisible. 

© Corentin Fohlen / Divergence
Frankétienne en su casa en Port-au-Prince, Haití, en 2019.

¿Establece usted un vínculo entre las matemáticas y la poesía?

Existen numerosas afinidades entre las Matemáticas y la Poesía, en particular a nivel de signos y símbolos, de la imaginación, lo concreto, lo intangible, lo real y lo virtual. Tanto el lenguaje matemático como el poético nos transportan a menudo más allá de lo tangible y lo visible. Las metáforas poéticas no están muy lejos de los viajes utópicos y fabulosos de los signos hipotéticos y fantasmagóricos que se tejen y se entremezclan en la esfera de las matemáticas. La Poesía se muestra a menudo como la magia musical de las ondas, las vibraciones y las espirales gravitacionales llenas de signos, curvas y cifras fugaces en la milagrosa armonía de las entidades incompatibles.

En su obra de teatro Melovivi ou Le piège, estrenada en 2010 pero escrita un año antes, ponía en escena a dos personajes que se enfrentan al caos, al día siguiente de un seísmo, pocos meses antes del terremoto que devastó Haití en enero de 2010. ¿Un escritor es siempre un poco visionario?

No todos los escritores son forzosamente visionarios. Pero hay unos pocos poetas proféticos que, alimentados por el Soplo de lo imaginario, la Savia del Verbo y la Luz del Espíritu, logran entrever, percibir y sentir las palpitaciones y las vibraciones del mundo futuro. Las infinitas antenas del alma humana se alimentan de la energía espiritual que a veces nos proyecta más allá de lo visible. Lo que no percibimos es sin duda más rico, más complejo e incluso más verdadero que la prosaica realidad de las cosas visibles y palpables. 

Usted es poeta, dramaturgo y novelista. En sus libros a menudo mezcla el texto, el dibujo y los collages. ¿Está buscando un lenguaje total? 

Sin duda, el lenguaje total sigue siendo la vía espiral ideal que nos ofrece la oportunidad de descubrir la opulencia del movimiento vital. Todo es espiral, global, total, capital y holístico.

La estética espiral se alimenta del lenguaje total para explorar las galaxias, los agujeros negros, las estrellas, los planetas, las supernovas, los cometas, los asteroides, el universo infinitamente grande y los corpúsculos infinitamente pequeños. La escritura creativa e innovadora está ligada al lenguaje total. Es una búsqueda poética, espiritual, metafísica y científica.

Además de todo lo anterior, usted también es pintor. ¿Qué aporta la pintura a su escritura? 

La pintura, mediante la combinación y la mezcla de los pigmentos, ofrece más libertad y más júbilo que la creación literaria, que está reprimida, dirigida, sometida, asfixiada y empobrecida por demasiadas normas académicas, tradicionales, rígidas y limitantes. En el acto de pintar, todo es gestual y significativo, por lo que la pintura permite todos los viajes, incluso los más descabellados. A veces sufro mental, psicológica e intelectualmente cuando escribo, mientras que la dimensión lúdica, gozosa y liberal de la pintura es manifiesta, explosiva, luminosa y concreta en el incendio inextinguible de colores y formas polifónicas y “caofónicas”. 

* Algunas palabras aparecen en mayúscula por demanda expresa de Frankétienne.