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La escritura, agente de mestizaje de la cultura islandesa

En 2015, se inauguró un taller de escritura para mujeres en un barrio de inmigrantes de Reykjavik. Esta iniciativa, adoptada por la capital islandesa en su condición de Ciudad Creativa de Literatura de la UNESCO, permitió que las recién llegadas dispusieran de un espacio de creación inédito que sigue evolucionando hasta hoy.
© Patrik Ontkovic

Kristján Guðjónsson

Periodista islandés

Los islandeses se consideran una nación de poetas y lectores. La tradición literaria de esta isla rocosa de 360.000 habitantes, situada en el Atlántico Norte, se remonta al siglo XIII y su lengua ha evolucionado tan poco que las sagas vikingas clásicas todavía pueden leerse en sus textos originales. Los libros son el regalo navideño más habitual y el número de títulos publicados cada año en islandés es relevante en proporción a la talla más bien modesta de este grupo lingüístico. Sin embargo, durante mucho tiempo el aislamiento y el proteccionismo lingüístico han mantenido a los escritores inmigrantes al margen de esta escena literaria. 

“Cuando me mudé a Islandia, no había mucho espacio para un escritor de origen extranjero. El pequeño grupo que formábamos tenía tendencia a reducirse a la mínima expresión”, afirma Angela Rawlings, una poeta y artista de origen canadiense que se instaló en Reykjavik a principios de la pasada década. Desde entonces el contexto ha evolucionado, en parte gracias al laboratorio de escritura multilingüe que ella misma dirigió.  

Cuando me mudé a Islandia, no había mucho espacio para un escritor de origen extranjero

“La primera planta que coloniza una roca desnuda es el musgo”, señala Angela, mientras dibuja en un cuaderno su alegoría botánica del panorama literario. “Pienso mejor cuando escribo dibujando”, señala, esbozando una piedra sobre la que crecen filamentos de musgo. “Se necesita mucho musgo para formar un suelo fértil en el que otras plantas puedan echar raíces”.  

En 2015, la artista coordinó durante cinco meses un taller de escritura gratuito, plurilingüe y abierto a todas las mujeres, cualquiera que fuese su lengua materna, cuya organización figura entre las iniciativas auspiciadas por la capital islandesa en su condición de Ciudad Creativa de Literatura de la UNESCO. Desde 2011, Reikiavik es miembro de la Red de Ciudades Creativas de la UNESCO en reconocimiento a la función dinámica que desempeña en la promoción del libro. En este contexto, la apertura de la escena literaria a un público más diverso forma parte de las misiones que la ciudad se ha asignado.

Evolución demográfica

Porque, si bien Islandia sigue siendo una nación relativamente homogénea, su población ha cambiado radicalmente en las últimas décadas. A finales del decenio de 1990, apenas el 2% de sus habitantes eran inmigrantes de primera o segunda generación, los residentes eran todavía casi exclusivamente blancos, tenían apellidos tradicionales (todos terminaban en -son y -dóttir) y hablaban islandés. Un cuarto de siglo después, el número de inmigrantes ha crecido hasta el 16%, una rápida evolución que ha planteado varios desafíos de integración y de representación, tanto en el plano político como en el cultural.

El laboratorio de escritura se instaló en una biblioteca de Breiðholt, el barrio más heterogéneo de la capital tanto en términos étnicos como lingüísticos. Las mujeres participantes procedían de todos los continentes. Algunas eran escritoras expertas, otras acababan de debutar; algunas soñaban con publicar libros, y otras se inscribieron simplemente por el placer del aprendizaje. En total, unas 15 mujeres que hablaban 22 idiomas se reunieron una vez por semana e intercambiaron sus textos. Esta diversidad lingüística necesitó, según confiesa Angela, un enfoque poco tradicional de escucha, lectura y comentarios. “Hay otros métodos para tratar la sensorialidad del texto, que no hacen hincapié en la semántica o en la generación de sentido”.   

Ewa Marcinek fue una de las participantes. Tras una ruptura, Ewa dejó la ciudad de Wroclaw, en Polonia, y llegó a Reykjavik, donde encontró un empleo en el sector de servicios y trató de aprender la lengua islandesa. “El taller me dio la oportunidad de conocer a mujeres que compartían mis mismas preocupaciones y, cómo podía participar sin hablar islandés, me sentí bien acogida”, asegura.

© Angela Rawlings
Fell, a visual poem designed by Icelandic poet and artist Angela Rawlings with Canadian roots. In Icelandic, fell means “mountain” and in English, the past tense of fall.

Una revista plurilingüe

El taller pudo haber sido una experiencia sin futuro; pero, muy al contrario, fue el punto de partida de un movimiento que sigue funcionando en la actualidad. Se creó una comunidad sólida y muchas mujeres siguieron reuniéndose periódicamente al terminar el semestre. El colectivo organizó rápidamente actos dedicados a la poesía, bajo el nombre genérico de Ós (“desembocadura de un río” en islandés). Y como era difícil acceder a las revistas literarias locales, ya que todas se publicaban en islandés, el grupo fundó su propia revista: Ós - The Journal. “Nos preguntamos: ¿a quién le interesaría la publicación de textos en inglés, polaco o español? ¿Quién se interesa por la voz de las mujeres migrantes? Pensamos que si no asumíamos el riesgo, nada cambiaría”, explica Ewa. Hoy en día, en cada número de la revista figuran unos 30 escritores y ya son 180 los autores que han publicado textos en diversas lenguas. 

Ós cambió completamente la escena literaria islandesa para los inmigrantes recién llegados al proporcionarles un espacio donde publicar sus obras, cualquiera que fuese su lengua materna. Ese fue, entre otros, el caso de la venezolana Helen Cova, que durante unas vacaciones en el país se enamoró y decidió instalarse en la pequeña isla nórdica para casarse. En Caracas, Cova soñaba con ser escritora, pero jamás se había planteado seriamente la posibilidad de vivir de la escritura. Cuando les habló a sus amigos islandeses de su proyecto de escribir un libro infantil, estos la orientaron de inmediato hacia Ós Pressan, que ya era una plataforma plurilingüe de la comunidad de escritores inmigrantes.  

Ós cambió completamente la escena literaria islandesa

“Eso me facilitó mucho las cosas. Ós Pressan ya existía, no hubo que crearla”, afirma Helen en una entrevista realizada por webcam desde su casa de Flateyri, una aldea de pescadores de unos 250 vecinos situada en los fiordos del Oeste. Gracias a Ós, Helen oyó hablar del laboratorio de escritura plurilingüe que Angela había organizado en 2019. Para ella, fue una revelación descubrir que era posible mezclar y explorar distintas lenguas, incluso a través de un islandés titubeante. “En tanto que inmigrante, una tiende naturalmente a efectuar esa mezcla, pero lo importante es hacerlo en la escritura. Eso es lo más interesante de estos talleres: darse confianza”. Su volumen de cuentos breves surrealistas, titulado Autosarcophagy, to eat oneself (Autosarcofagia, comerse a sí mismo) fue el primer libro editado por Ós el año pasado. Redactado en inglés, el texto se publicó simultáneamente traducido al islandés.

Abrir el camino a las generaciones venideras

El rostro de la literatura islandesa está cambiando; ahora se publican libros y antologías de escritores nacidos en el extranjero y que no tienen apellidos tradicionales islandeses. También la música, el teatro, el cine y las artes plásticas islandesas se diversifican; se oyen más acentos diferentes y las personas de color pueden lograr que sus voces se escuchen. Angela se alegra de este cambio: “Esto puede ofrecer nuevas perspectivas a una lengua tan antigua y así prolongar su uso. Cada vez son más las personas que recurren al islandés y que adoran este idioma”.  

Ewa va más allá y afirma que la vitalidad de la cultura depende de la integración de los inmigrantes. “La cultura y las artes deben deben corresponderse con la realidad. Una cultura que hace caso omiso del 15% de la población no es una cultura muy viva. Esto hay que verlo como una oportunidad: no constituye una amenaza para la cultura, sino una riqueza”. Su primer cuaderno de poesía, Iceland Polished [Islandia pulida/polaca], que mezcla el inglés, el polaco y el islandés para describir la experiencia de los migrantes, fue publicado por la editorial más importante del país a principios de este año. Es el primer libro de una autora polaco-islandesa que se edita en un país donde los polacos son, con diferencia, la minoría más numerosa. Ewa espera que su ejemplo contribuya a suscitar vocaciones, en particular entre los jóvenes. “Si un adolescente polaco lee en un periódico que un autor de su propia lengua ha publicado un libro aquí, eso puede ser un aliciente para él. Por eso es tan importante que los relatos y los nombres diferentes ocupen un lugar en la vida cultural”.