Idea

Incorporar la ciencia africana al diccionario

Muchos términos técnicos no tienen equivalente en las lenguas africanas, lo que priva de cultura científica a una parte de la población. Investigadores y expertos de todo el continente han decidido remediar el problema y se han consagrado a enriquecer el léxico de varios idiomas.
© Francesc Roig

Nick Dall

Periodista en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Dall es coautor de dos libros sobre la historia de su país: Rogues’ Gallery y Spoilt Ballots.

Para el periodista científico sudafricano Sibusiso Biyela, tendría que haber sido sencillo redactar un artículo sobre el descubrimiento de un nuevo dinosaurio en su idioma materno, el zulú. Pero cuando se dispuso a escribirlo, tal y como relata en un podcast de la revista científica británica Nature, se dio cuenta de que en su lengua “no había palabras para traducir términos científicos tan corrientes como ‘fósil’ o ‘dinosaurio’”. Biyela recuerda el desánimo que le causó esa experiencia. 

Cualquier otro periodista hubiera podido escoger una solución fácil “zuluizando” esas palabras, mediante el añadido del prefijo “i”, pero esa fórmula no convencía a Biyela. Acabó traduciendo “dinosaurio” como isilwane sasemandulo, que literalmente significa “animal antiguo”, y para “fósil” escogió un enfoque más literal y usó la expresión amathambo amadala atholakala emhlabathini, que quiere decir “huesos viejos hallados en la tierra”.

No tener palabras para hablar de algunos temas es un problema que los africanos afrontan diariamente

Este caso dista mucho de ser excepcional. La carencia de palabras para abordar determinados asuntos es un problema que los africanos afrontan de manera cotidiana. En el ámbito lingüístico, este continente, que posee unos 2.000 idiomas autóctonos, ha recibido poca o ninguna atención de parte de la ciencia y de muchas otras esferas del conocimiento.

Construimos juntos

En 2019, un conjunto de investigadores oriundos de todo el continente creó el grupo Masakhane (en zulú: “Construimos juntos”). Este organismo sin fines lucrativos se dedica “al desarrollo de tecnologías lingüísticas para los idiomas africanos”, explica una de sus fundadoras, Jade Abbott, experta en el tratamiento automático de las lenguas. Al principio, el grupo estaba compuesto sobre todo de expertos en aprendizaje automático, pero luego se amplió para incluir a lingüistas, ingenieros, politólogos y profesionales de la comunicación, como Biyela. Al estar diseminados por más de 40 países, esos expertos se acostumbraron a trabajar por Internet, de modo que la pandemia de COVID-19 no les pilló desprevenidos.

Al principio, el grupo Masakhane se propuso elaborar instrumentos de traducción automática para un gran número de idiomas africanos. Somos muchos los que damos por sentado la existencia de herramientas como Google Translate y suponemos que cualquier página web puede ser traducida automáticamente a nuestra lengua materna. Pero, hasta el momento, únicamente los hablantes de un puñado de idiomas, de los 2000 que se usan en África, pueden disfrutar de un lujo como éste.

La falta de datos en lenguas africanas es un freno para la creación de instrumentos de traducción automática

La tarea de crear instrumentos de traducción automática es relativamente sencilla, siempre que uno pueda acceder a datos que, en la mayoría de los idiomas africanos, simplemente no existen. Por eso el equipo de Masakhane se afanó en demostrar que “trabajar de forma participativa, con mujeres y hombres que comprenden las herramientas y las lenguas, permite obtener mejores datos”, según explica Jade Abbott.

En 2021, un artículo publicado el año anterior firmado por 50 miembros de Masakhane afincados en docenas de países, obtuvo el Wikimedia Foundation Research Award (Premio de Investigación de la Fundación Wikimedia). Basándose en la situación de las 48 lenguas más habladas del continente, el texto propone una hoja de ruta para establecer “criterios en materia de traducción automática para más de 30 idiomas” y, al mismo tiempo, permitir que “las personas sin formación universitaria puedan aportar una contribución científica sin precedentes”.

Igbo, suajili o yoruba

Concluida esta primera etapa, Masakhane empezó a poner en práctica sus teorías y su herramienta de traducción ofrece actualmente prototipos para seis lenguas africanas (igbo, lingala, shona, suajili, chiluba y yoruba). Jade Abbott considera, no obstante, que solo se trata de la primera fase de un esfuerzo de más amplio espectro. El equipo estudiará también la manera idónea de poner este instrumento a disposición de los usuarios, ya que todas las personas involucradas desean “velar por que la herramienta sirva para mejorar la vida de las comunidades y no para aumentar los beneficios de las grandes plataformas digitales”.

Los miembros de Masakhane han escrito más de 200 artículos universitarios y la organización ha aprobado otros siete proyectos de gran envergadura. Uno de ellos, titulado Decolonized Science (Descolonizar la ciencia), consiste en una colaboración entre AfricaArXiv, un portal africano que congrega recursos de libre acceso, y ScienceLink, una plataforma científica abierta que tiene su sede en los Países Bajos, con la que Biyela, el periodista zulú, ha establecido una estrecha colaboración.

Cuando el proyecto comenzó en 2021, su objetivo era traducir unos 200 artículos científicos a seis lenguas africanas. Pero ante las dimensiones de la tarea, el equipo dio marcha atrás. Para alcanzar esa meta, hubiera sido preciso crear centenares de palabras nuevas (dinosaurio, fósil, etc.) para cada artículo. De acuerdo con un objetivo más realista, el grupo se propone ahora traducir a esas seis lenguas los resúmenes de 180 trabajos (textos ya seleccionados tras una exhaustiva labor que tuvo en cuenta el contexto, la repercusión y la diversidad geográfica y de género de la investigación), y crear cinco neologismos por artículo. 

Si el concepto de “descolonización” evoca un proceso de demolición de lo que ya existe, para Masakhane se trata más bien de construir. “Para muchos hablantes de idiomas autóctonos, explica Biyela, es posible conversar sobre deporte, política y otros temas en su lengua materna, pero en cuanto abordan asuntos científicos o tecnológicos, tienen que cambiar de registro léxico. Eso produce la impresión de que la ciencia es un elemento extranjero que invade la conversación”. Esta situación tiene múltiples consecuencias, especialmente en el ámbito de la salud. Ante personas que dudan de la conveniencia de vacunarse, por ejemplo, “usted no les puede explicar en su lengua materna en qué consiste el ARN mensajero o la inmunología”. Este baremo permite medir cabalmente la importancia de la labor que lleva a cabo el grupo Masakhane, un trabajo que trasciende la dimensión lingüística. 

Traducción, puente entre mundos
UNESCO
Abril-Junio 2022
UNESCO
0000381067