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Don Quijote: del castellano al mandarín y viceversa

Hace un siglo se publicó la primera edición en mandarín de Don Quijote de la Mancha, traducida por el erudito Lin Shu. Esta versión tan creativa de la obra de Cervantes, libremente adaptada para el lector chino, se ha traducido actualmente al español, en lo que constituye un buen ejemplo de hibridación literaria.
Portada de la primera edición de la reinterpretación de Don Quijote al chino de Lin Shu (1922), conservada en la reserva de libros antiguos de la Biblioteca de Shanghai.

Xin Hongjuan

Profesora en la Facultad de Lenguas Extranjeras de la Universidad de Ningbo, en China, Xin Hongjuan es especialista en literatura comparada y traducción, y en particular en la historia mundial de las traducciones.

En sus cuatro siglos de existencia, Don Quijote de la Mancha, del español Miguel de Cervantes, ha llegado a ser una de las novelas más leídas, traducidas y analizadas del mundo. Su forma experimental y su donaire literario constituyen dos de los pilares de la literatura moderna. En sus páginas, el lector asiste a las aventuras de Don Quijote, un hidalgo español que, impulsado por sus delirios y fantasías, se hace caballero andante. En compañía de su fiel escudero Sancho Panza, acomete en la España del siglo XVII una serie de aventuras extravagantes, impregnadas de humor, imaginación y tristeza.

El Quijote no se tradujo al chino hasta tres siglos después de su publicación en España 

 

La novela se publicó en dos volúmenes, en 1605 y en 1615, pero el primer tomo de este clásico de la literatura española no se tradujo al chino hasta tres siglos después. Fue en 1922 cuando la obra vio la luz con el título de Moxia Zhuan (Historia del caballero encantado), en una versión firmada por el traductor y escritor Lin Shu (1852-1924), natural de Fuzhou, en la provincia china de Fujian, y con el notable detalle de que Lin ni hablaba ni leía español; de hecho, no dominaba ninguna lengua occidental. 

Un Quijote confuciano

Lin Shu descubrió las aventuras del hidalgo manchego en tres traducciones distintas al inglés, gracias a su asistente Chen Jialin. Según los especialistas en la obra cervantina, la versión de Lin probablemente se basó en la que en 1885 realizó el escritor y traductor inglés Pierre Motteux. Pero Lin añadió al texto numerosos diálogos inventados y recortó algunos capítulos (entre otros, el célebre prólogo), con lo que su versión, más que una traducción, se convirtió en una “re-creación” o, dicho de otro modo, una reinterpretación adaptada a la cultura de destino. 

Más que una traducción, Moxia Zhuan es una “re-creación”

Lin no se contentó con reinventar escenas y adaptar expresiones populares españolas mediante el uso de múltiples chengyu, -modismos o giros idiomáticos chinos -, sino que además modificó los personajes. En su versión, Don Quijote es más sabio que loco, su escudero Sancho Panza se transforma en su discípulo, la joven y bella Dulcinea se convierte en “La Dama de Jade”, su viejo y esquelético caballo Rocinante es un magnífico “corcel veloz” y se suprime toda referencia a Dios. Gracias a la imaginación de Lin, la novela, como subraya la sinóloga y traductora Alicia Relinque, profesora de Literatura Clásica China en la Universidad de Granada (España), “llega a ser más delirante, más romántica”, al tiempo que hace del Quijote un héroe más accesible a los lectores chinos.  

La diferencia entre el texto original y la versión de Lin supera la dicotomía de forma y fondo. Al combinar el espíritu cervantino con la elegancia, la sagacidad, las virtudes confucianas y los refranes locales, Lin traza un retrato de Don Quijote con tonos profundamente chinos. El caballero andante, convertido en erudito confuciano, adopta valores tradicionales como la piedad filial o el respeto al pasado, y al transformar a su escudero en discípulo, convierte la relación entre amo y criado en un vínculo entre maestro y alumno, según la tradición confuciana de veneración a los transmisores de conocimiento. 

El “Caballero Encantado” regresa a La Mancha

La época en la que Lin vivió estuvo marcada por la apertura forzosa de China al mundo exterior. El erudito deseaba que sus traducciones sirvieran de catalizador al público lector. A pesar de sus añadiduras, supresiones, deformaciones e incluso de sus falsificaciones, su Historia del caballero encantado, trufada de innumerables observaciones y comentarios, gozó de buena acogida entre los intelectuales chinos. La obra recibió elogios de escritores de primer rango, como Mao Dun y Zheng Zhenduo, y el célebre especialista literario y autor del siglo XX Qian Zhongshu llegó a declarar que sin duda fueron los elementos más visibles de las modificaciones operadas por Lin los que preservaron del olvido a sus traducciones.  

Desde el punto de vista de la retórica y el estilo, la reinterpretación que Lin realizó del Quijote de Cervantes tuvo, sin duda, un efecto revelador, pero su trabajo no solo recibió elogios; algunos consideraron que era una mala traducción y criticaron que hubiese omitido aspectos esenciales de la obra original. Pronto se publicaron traducciones más fieles, que relegaron la versión de Lin a los anales olvidados de la historia literaria china.   

Cuando en 2013 Inma González Puy, directora del Instituto Cervantes de Shanghai, descubrió la versión del Quijote traducida por Lin, decidió salvar ese texto olvidado y hacer que se retradujera al español. Con la ayuda de Alicia Relinque, la profesora González Puy se propuso mostrar cómo la imagen de Don Quijote había sido aceptada en China un siglo antes. Y en vísperas del 405 aniversario del fallecimiento de Cervantes, se publicó finalmente Historia del caballero encantado, la traducción de Relinque, enriquecida con más de 650 notas a pie de página que aclaran algunas curiosidades para facilitar al lector la comprensión de China y su cultura.

Esta edición crítica de Historia del caballero encantado, traducida por Relinque, fue recibida como el regreso de Don Quijote a su país natal, tras un siglo largo de ausencia, y como un acontecimiento importante en el contexto de la hibridación literaria. La traductora considera que se trata de “un ejemplo perfecto de cómo la literatura ha viajado de un país a otro”. En realidad, el Quijote de Lin no es el único ejemplo de re-creación en la historia de la traducción. Baste citar, entre otros, las reescrituras, generalmente bien acogidas, de la obra del poeta chino Hanshan o de ese gran clásico titulado Tao te king (El libro del Tao, de Lao-Tsé). Con desenfado, esas re-creaciones -ese movimiento hacia un nuevo entorno- enriquecen la vida cultural e intelectual del mundo entero.   

¿Qué es la Colección de la UNESCO de Obras Representativas?

De 1948 a 2005, este programa de la UNESCO se dedicó a traducir las obras más importantes de la literatura mundial, principalmente de lenguas poco habladas a idiomas más extendidos, pero también en el otro sentido. En 2005 el catálogo comprendía 1060 obras entre las que figuran trabajos tan diversos como Je suis un chat, del escritor japonés Soseki Natusne (traducido del japonés al francés), Aus dem Diwan, del poeta y cuentista persa Saadi (del persa al alemán) o Hamlet de Shakespeare (del inglés al indonesio).

Traducción, puente entre mundos
UNESCO
Abril -Junio 2022
UNESCO
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