Idea

El regreso de la arquitectura vernácula

El reinado del cemento ha tenido tendencia a eclipsar los méritos históricos de la arquitectura tradicional. Desde hace algunos años, los arquitectos más visionarios recurren a conocimientos ancestrales para concebir edificios que resistan naturalmente al cambio climático.
Inaugurée à Brumunddal (Norvège) en 2019, Mjøstårnet (la tour du lac Mjøsa) est l’une des plus hautes tours en bois du monde. Elle mesure plus de 85 mètres.

Leïla el-Wakil
Historiadora del Arte y arquitecta egipcio-suiza, Leïla el-Wakil ha sido profesora en la Facultad de Letras de la Universidad de Ginebra y en el Instituto de Arquitectura. Ha dirigido también la obra colectiva Hassan Fathy dans son temps [Hassan Fathy en su tiempo] (2013), traducida al inglés en 2018.

En 1964, una exposición del Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA) marcó una época. Titulada Architecture without architects [Arquitectura sin arquitectos], la muestra presentaba una selección de fotografías de edificios tradicionales de todo el mundo que daban testimonio de una sabiduría colectiva localizada y transmitida por el uso. La exposición, organizada por el escritor y arquitecto estadounidense de origen austriaco Bernard Rudofsky, recuperaba plenamente el prestigio de la “arquitectura sin arquitectos”, y su éxito fue tal que recorrió durante once años 80 museos del mundo entero.

Hay innumerables ejemplos de arquitectura tradicional o vernácula. Desde las casas de adobe de los dogones de Malí, hasta las construcciones de piedra seca de Cinque Terre en Italia, ambas inscritas en la lista del Patrimonio Mundial de la UNESCO, pasando por los mökki de madera finlandeses o las viviendas prehistóricas, este sistema de construcción es reconocido por la habilidad de sus artesanos, la sencillez de sus métodos, su respeto por el medioambiente y el sentido común que lo inspira.

La contribución de Rudofsky no sólo mejoró los edificios tradicionales, sino que enriqueció el pensamiento y el diseño arquitectónicos en todo el mundo. Arquitectos como el finlandés Alvar Aalto, el indio Charles Correa o el esrilanqués Geoffrey Bawa se han inspirado, así, en las tradiciones de sus respectivos países.

El infierno del hormigón armado

Promotor de la arquitectura sin arquitectos, el egipcio Hassan Fathy se dio a conocer internacionalmente con la publicación de su libro Construire avec le peuple, Histoire d'un village d'EgypteGourna [Construir con el pueblo, Historia de un pueblo de Egipto,Gourna] (publicado en 1970 en francés), una historia novelada que narra la construcción de un pueblo modelo en la ribera occidental de Luxor. Ferviente adepto de las técnicas ancestrales de su país, Fathy se inspira en la faraona constructora Hatshepsut cuando recuperó el uso del adobe, un material modesto que favoreció la autoconstrucción en las aldeas del Alto Egipto.

En una obra satírica titulada L'Enfer du béton armé [El infierno del hormigón armado] (1964), Fathy describió la mundialización de la arquitectura y el urbanismo y denunció el uso inadecuado del hormigón armado en el clima extremo del Sáhara, que convirtió la nueva ciudad de Baris en un horno. El arquitecto elogió, en cambio, el antiguo pueblo formado por casas de adobe, agrupadas a lo largo de callejuelas estrechas y sombreadas, que protegen a los habitantes del calor y del viento arenoso. Para el autor, es indispensable recuperar las lecciones del pasado.

La combinación de mashrabiya y malqaf, conocida como “chimenea de vientos”, permite ventilar y refrescar naturalmente el interior de las casas

Los gruesos muros de tierra o piedra proporcionan mejor aislamiento térmico que las delgadas paredes de hormigón armado. La combinación de mashrabiya (un tipo de ventana mirador proyectada al exterior con celosías) y malqaf (una torre conocida como “chimenea de vientos”, badgir en Irán), permite ventilar y refrescar de forma natural el interior de las casas de una forma mucho mejor y con un coste energético menor que el aire acondicionado.

Fathy se inspiró en la distribución espacial de la vivienda tradicional árabe-musulmana, articulada en torno a sus patios y jardines interiores, para crear notables casas de vacaciones a lo largo de la carretera de Saqqara, al sur de El Cairo. Tal es el caso de la casa de Mit Rihan, que ilustra su concepción de una arquitectura apropiada. En 1980 Fathy recibió el Premio Aga Khan por su obra, que ha servido de ejemplo a muchos otros arquitectos de la región, como por ejemplo Ramses Wissa Wassef, Abdel Wahid el-Wakil y Omar el Farroukh.

A partir de la década de 1960, los experimentos orientados a recuperar las tecnologías ancestrales se extendieron del Magreb al Mashreq. Esta tendencia culminó con la creación de una asociación como La Voûte nubienne, que proporciona casas de adobe a los más desfavorecidos del África subsahariana y vuelve a dar a la gente común la oportunidad de construir su propio hogar.

Este entusiasmo por la tierra cruda ha trascendido las fronteras de la región. Creado en 1979, CraTerre, un laboratorio con sede en Grenoble (Francia), ha demostrado el interés occidental por esta tecnología y ha contribuido a su difusión en el mundo entero.

Armazón de bambú

En la actualidad existen muchos partidarios de la tierra cruda en sus formas tradicionales, como Anna Heringer, cuyo huevo de barro construido para la Bienal de Venecia de 2016 evoca las chozas de lodo y paja que se encuentran en Maharashtra, en el centro oeste de la India. Empresas de reciente creación como Terrabloc, de Ginebra, han desarrollado bloques de tierra estabilizados con un porcentaje de cemento que les permite cumplir las normas vigentes en Suiza al tiempo que mejoran la resistencia y durabilidad de la arcilla.

Otros materiales, como la madera, también son objeto renovado interés, lo cual no es de extrañar, ya que un edificio de madera es capaz de captar dióxido de carbono. Las grandes empresas están volviendo a este material e incluso se han llegado a construir estructuras altas. En 2019, el arquitecto noruego Øystein Elgsaas levantó una torre de madera de 18 plantas en Brumunddal, Noruega.

Los armazones de bambú combinados con principios de construcción contemporáneos crean  estructuras ligeras y duraderas

Las estructuras tradicionales de bambú también están en alza en Asia y América Latina. El colombiano Simón Vélez, gran defensor de este “acero vegetal”, combina sus construcciones de bambú con principios contemporáneos para crear estructuras ligeras y duraderas, como la “iglesia sin religión” de Cartagena, en Colombia. Otros creadores han seguido su ejemplo.

El cambio de enfoque actual está obligando a los profesionales a adoptar una actitud más responsable en la cuestión del diseño arquitectónico y su aplicación. Merece la pena reexaminar todas las lecciones del pasado desde la perspectiva de la sostenibilidad: la ciencia de la ubicación y la orientación para aprovechar la luz solar y los vientos dominantes, el uso de materiales de origen biológico extraídos del entorno local, el empleo de técnicas tradicionales y tecnologías sencillas o el sentido común unido a una cuidadosa observación del genius loci y de los edificios antiguos.

Aún más radical, aunque pueda parecer menos creativa, es la cultura de la reutilización que hemos de reaprender hoy en día. Para evitar el despilfarro de recursos, impensable en el pasado, hay que seguir utilizando no sólo los materiales, sino también los edificios existentes, adaptándolos a los nuevos usos y a las nuevas necesidades.

El patrimonio de la Arquitectura de Tierra 

El Programa de Arquitectura de Tierra del Patrimonio Mundial de la UNESCO (WHEAP) se estableció en 2007 para mejorar el estado de conservación y la gestión de los sitios de arquitectura de tierra en todo el mundo. Un inventario realizado en 2012 reveló que más de 150 sitios del Patrimonio Mundial estaban total o parcialmente construidos con tierra, de mezquitas a palacios, pasando por centros históricos de ciudades o paisajes culturales, lo que representa  más del 10% de todos los bienes inscritos.

En sus diez años de existencia, el programa ha permitido llevar a cabo algunos proyectos piloto como la rehabilitación de Djenné en Malí o la preservación de la Nueva Aldea de Gurna, en Egipto, y promover actividades de formación, investigación y desarrollo. El Centro del Patrimonio Mundial prosigue su cooperación con el principal socio del programa: el Centro Internacional de Arquitectura de Tierra (CRAterre), para la identificación, conservación y gestión de la arquitectura de tierra. Situado en Grenoble (Francia), CRAterre es un laboratorio de investigación que difunde saberes y técnicas de construcción en tierra cruda por todo el mundo.

Construir para el mañana
UNESCO
enero-marzo 2024
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