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En Singapur, las mujeres se mantienen alejadas de las carreras científicas

Aunque las estudiantes de Singapur logran buenos resultados en matemáticas, y a veces incluso superan a sus condiscípulos, las jóvenes son minoría en los puestos científicos o tecnológicos. La razón: la falta de confianza, que a menudo les hace evitar carreras tradicionalmente masculinas.
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Rachel Genevieve Chia

Periodista en Singapur

Cuando tropieza con alguna dificultad en su trabajo, Joelle Lim, criptógrafa de 27 años, a veces duda de sí misma. En esos momentos siente sobre ella el peso de algunos comentarios masculinos poco corteses, que a veces insinúan que el éxito profesional de las mujeres se debe más a la discriminación positiva que a sus méritos propios. 

Joelle, que trabaja de investigadora en los servicios de defensa de ese país insular de casi seis millones de habitantes, forma parte del grupo cada vez más numeroso de mujeres contratadas en el sector de ciencias, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM, por su siglas en inglés).

Para atraer el talento femenino a esos ámbitos, la ciudad-Estado intensifica sus esfuerzos con el fin de mantener a las mujeres en esas carreras, abordando las causas de ese desinterés, como el techo de cristal - las barreras invisibles que dificultan que las mujeres que lo deseen alcancen puestos de mayor responsabilidad - o el cuidado de los hijos. Pero existe otro obstáculo menos visible y más insidioso, que aleja a las mujeres de las carreras científicas: la falta de confianza. 

Cifras elocuentes

Un estudio reciente de la Universidad de Tecnología de Nanyang (NTU) indica que las mujeres de Singapur confían mucho menos en sus capacidades matemáticas que sus homólogos masculinos. Esta conclusión resulta aún más sorprendente si se tiene en cuenta que los resultados académicos de las chicas en matemáticas están en plano de igualdad con los de los muchachos. 

Los estudiantes del país, sin distinción de sexo, figuran entre los mejor clasificados en las evaluaciones mundiales del tipo PISA (Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos) y, según explica un portavoz del Ministerio de Educación, los manuales y las ayudas didácticas en matemáticas se revisan cuidadosamente para evitar cualquier estereotipo sexista.

En Singapur, las jóvenes logran resultados incluso mejores que los de sus condiscípulos. Según revelan las estadísticas del gobierno, entre 2005 y 2020, las alumnas que alcanzaron un título en ciencias naturales, física o matemáticas fueron más numerosas que los hombres: en promedio, ellas ocuparon el 62 % de las plazas en las ceremonias de graduación. 

La mitad de las mujeres que ha recibido formación en STEM trabaja en profesiones que no guardan ninguna conexión con los estudios cursados

Pero a la hora de ingresar en el mercado de trabajo, las mujeres parecen perder esta ventaja. Según Sierin Lim, profesora adjunta de bioingeniería y autora del estudio de la NTU, el porcentaje de mujeres que trabajan en carreras científicas y tecnológicas es sorprendentemente reducido. El estudio indica que casi la mitad de las titulares de un diploma trabajan en profesiones que no guardan ninguna conexión con los estudios cursados. Según datos del Ministerio de Trabajo, en 2020 las mujeres solo representaban un tercio de las personas empleadas en el sector STEM.

Un déficit de confianza

Cheng Chi-Ying, profesora de la Universidad de Administración de Singapur (SMU), estudia los niveles de confianza de las alumnas del primer ciclo de informática y sistemas de información. Los resultados preliminares de su investigación son alarmantes. Desde el primer semestre, las jóvenes muestran un déficit de confianza en comparación con los hombres. Y ese déficit aumenta a medida que avanza el curso escolar.

Chi-Ying lo atribuye a los estereotipos de género. “La industria conserva una imagen ideal de masculinidad del profesional en el sector STEM”, señala, “hasta el punto de que las mujeres deben redoblar sus esfuerzos para integrarse en ese ámbito”.

Esas presiones se manifiestan de diversas maneras, que van desde la afirmación excesiva de sí misma hasta el disimulo de toda emotividad. Según Cheng, “las alumnas tienen dificultad para conciliar su identidad profesional con su identidad de género, y muchas de ellas no lo consiguen”.

Por su parte, Georgette Tan, presidenta de la organización no lucrativa United Women Singapore, que defiende la igualdad de género, considera que esa contradicción se impone durante la adolescencia. “Las chicas nos dicen que en el hogar sus padres les animan menos que a sus hermanos a que busquen trabajo en el sector STEM. Algunos piensan todavía que esos empleos no son adecuados para las mujeres”, añade. “Los clichés son tenaces”.

Para remediar esta situación, United Women coordina desde 2014 un programa que ya ha acogido a unas 26.000 adolescentes, de edades comprendidas entre los 10 y los 16 años. “Albergamos la esperanza de que los padres comprendan que su hija puede ser excelente en STEM, conseguir un buen empleo y ganarse la vida holgadamente”, afirma Tan.

Modelos que sirvan de inspiración

Luchar contra las ideas tradicionales es un primer paso. Pero también hay que proponer modelos que muestren a las mujeres que pueden dar la talla en las carreras que quieran. “Las jóvenes necesitan personas que les inspiren”, declara Tan.

En este contexto, su organización añadió al programa un curso de tutoría el año pasado. Su equipo coordina también pasantías en las empresas y prepara a las alumnas para el mundo laboral, brindándoles formación en competencias como la organización de reuniones. “Cuando esas mujeres se incorporan al mercado de trabajo, deben estar ya en condiciones de rendir”, explica Tan. “Por eso es fundamental que se preparen bien para su primer empleo”.

En los últimos años, se han multiplicado las iniciativas orientadas a facilitar la transición de las mujeres hacia el sector STEM

Con el fin de “reforzar la resiliencia”, la Universidad de Tecnología de Nanyang ha previsto también poner a las estudiantes de STEM en contacto con los mentores de la industria, y organizar talleres para la enseñanza de competencias no técnicas, como la comunicación y la autogestión.

Por su parte, el Ministerio de Educación de Singapur se dispone a iniciar un programa de becas para estudios de ingeniería y tecnología, que ofrecerá a las graduadas de secundaria que dispongan de una formación sólida en ciencias y matemáticas un acceso precoz a una experiencia laboral en una empresa.

Un abanico de posibilidades

La falta de perspectivas profesionales para las mujeres que sienten la vocación de estudiar matemáticas puras -no aplicadas- es otro desafío al que las alumnas tienen que enfrentarse. 

“Antes la actitud era: ‘consigue primero el diploma, y luego, ya veremos’”, recuerda Charmaine Sia, Catedrática de Matemáticas de la Universidad de Nueva York. En 2006, esta ciudadana de Singapur, de 35 años, descubrió que ninguna beca permitía preparar un doctorado en matemáticas puras en el extranjero y luego hacer carrera en su país. En cambio, agrega esta titular del Premio de Matemáticas Alice T. Schafer, “¿Quién hubiera imaginado que las empresas de Wall Street iban a rivalizar entre sí para contratar a todas las graduadas universitarias en matemáticas e informática?” 

Los estudios de esta disciplina ofrecen numerosas posibilidades profesionales a las diplomadas, especialmente en el ámbito de las finanzas. 

Jaya Dass, directora general de Ranstad Singapur, señala que en los seis últimos meses su agencia de empleo ha colocado en el sector financiero a la mitad de las candidatas con esta titulación. “Ahora que ya poseen un diploma de matemáticas”, explica Dass, “las mujeres empiezan a comprender que hay formas más interesantes de utilizarlo”.

Esas transformaciones vienen ocurriendo desde hace décadas. Angeline Tan, de 54 años, Directora de Servicios Financieros de una sociedad de consultores de Singapur, es buen ejemplo de lo anterior. Titular de un doble diploma en Física y Matemáticas, Angeline dejó la docencia en 1995 debido a las exigencias horarias. No fue un problema de confianza, asegura, “por el contrario, mi facilidad para el manejo de los números me daba mucha seguridad”. 

Hoy en día, sin embargo, es el sector tecnológico, con empleos vinculados a los datos, los sistemas informáticos y la inteligencia artificial, el que avanza viento en popa. 

La estudiante Jamie Lim se propone, por su parte, escoger la especialidad de informática cuando acceda a la universidad, dentro de dos años. “Las salidas profesionales son más evidentes y podría seguir estudiando matemáticas”, afirma esta adolescente de 17 años, alumna del Instituto NUS de Matemáticas y Ciencias, que representó a su país en las olimpiadas regionales de matemáticas e informática. Segura de sus propias capacidades, Jamie lamenta que las mujeres cualificadas abandonen las profesiones vinculadas a las matemáticas. “Si yo estudio una materia que realmente me gusta, no la abandonaré con tanta facilidad. Pero”, reconoce, “es difícil afirmarlo rotundamente, porque todavía no estoy en esa situación”.

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