Idea

Arquitectos y urbanistas en primera línea

Gran consumidor de energía, el sector de la construcción representa por sí solo el 39% de las emisiones mundiales de CO2. Para llegar a ser ecorresponsable, el sector está condenado a reinventarse. El uso de tecnologías innovadoras, la introducción del reciclaje en el ámbito de la construcción, la utilización de materiales naturales o el empleo de técnicas adaptadas a los climas locales son algunas de las vías a explorar para conseguir una arquitectura más sostenible.
Le Centre for Development Studies (1973), situé à Trivandrum dans le sud de l’Inde, a été imaginé par Laurie Baker, un des pionniers de l’architecture à bas coût et respectueuse de l’environnement.

Henrik Schoenefeldt
Henrik Schoenefeldt es profesor de Patrimonio Arquitectónico en la Escuela de Arquitectura y Planificación de la Universidad de Kent (Reino Unido). Desde 2016, ha sido transferido al Parlamento británico para dirigir un proyecto de estudio sobre la restauración del Palacio de Westminster. Entre sus publicaciones figura la obra Rebuilding the Houses of Parliament: David Boswell Reid and Disruptive Environmentalism (2020).

Publicado en 1987, el informe Nuestro Futuro Común marcó un punto de inflexión. En este documento, la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, creada por la ONU, reunía las conclusiones de cuatro años de investigación sobre el desarrollo sostenible. El sector de la construcción ocupaba una parte marginal en este informe. Sin embargo, el sector de la construcción está en el centro de cuestiones de resiliencia climática, salud pública, protección de la vida humana, confort térmico y la asequibilidad de los precios de la energía.

El concepto de desarrollo sostenible no es un concepto completamente fijo. Ha evolucionado considerablemente con el tiempo. En la década de 1970, la crisis del petróleo impulsó el abandono de los combustibles fósiles, mientras hoy es el cambio climático quien está en el centro de nuestras preocupaciones. Se ha convertido en un motor fundamental del cambio, sobre todo en el ámbito de la arquitectura, donde ha dado lugar a importantes innovaciones técnicas. No obstante, una construcción sostenible también exige transformaciones más globales tales como la modificación de los planes de estudio universitarios y la obligación, para profesionales y académicos, de actualizar sus competencias.

La capacidad de la humanidad para vivir en los límites de nuestra biosfera incumbe en gran medida a ingenieros, arquitectos y urbanistas

La construcción, el funcionamiento y el mantenimiento de los edificios son actividades que consumen un gran volumen de energía y recursos. Según el World Green Building Council, las zonas edificadas representan el 39% de las emisiones mundiales de CO2, el 28% de las cuales están asociadas a la energía consumida sólo para el funcionamiento de los inmuebles, es decir, calefacción, aire acondicionado, ventilación e iluminación. Las emisiones de CO2 vinculadas a la construcción representan el 11% restante. Por consiguiente, la capacidad de la humanidad para vivir dentro de los límites de nuestra biosfera es una responsabilidad que recae en gran medida sobre ingenieros, arquitectos, urbanistas y otros profesionales involucrados en el diseño, la gestión y la construcción de edificios.

Innovaciones ecorresponsables

La idea misma de arquitectura sostenible es indisociable de tecnologías como las bombas de calor, los colectores solares y los paneles fotovoltaicos. Sin embargo, la transición hacia un diseño sostenible exige también dar más espacio a la responsabilidad ecológica en los ámbitos de la arquitectura y el urbanismo. Estos métodos de “diseño pasivo” examinan cómo las decisiones fundamentales, tales como la orientación o el uso inteligente del acristalamiento y el sombreado, pueden contribuir a adaptar los edificios al clima local. De este modo, se reduce, o incluso llega a eliminarse, la dependencia de la calefacción y de la refrigeración.

Los principios de este diseño pasivo no son nuevos. Su uso es recurrente en la arquitectura tradicional y aparecen mencionados en la literatura antigua. Sócrates, el filósofo griego, escribió sobre la relación entre el clima y la forma de los edificios, mientras Vitruvio, uno de los arquitectos de Roma, dejó detallados consejos sobre la adaptación del diseño a distintos tipos de clima.

Hoy en día, las técnicas más modernas se basan en modelos tradicionales adaptados a las condiciones climáticas. Un ejemplo es el estándar alemán PassivHaus –o casa pasiva–, cuyo objetivo es ahorrar energía utilizando un sistema hermético, un excelente aislamiento térmico y ventanas de triple acristalamiento. PassivHaus también utiliza técnicas “activas” de ventilación mecánica y de recuperación de calor. De hecho, un edificio sostenible rara vez es 100% pasivo. La mayoría incorpora sistemas activos de ventilación, calefacción, aire acondicionado y producción de energía renovable.

En los climas cálidos, por el contrario, se trata de mantener el calor fuera y limitar el uso del aire acondicionado. Los modelos tradicionales destinados a los ambientes cálidos se pueden ver en ciudades centenarias de Oriente Medio o del norte de África como Fez, en Marruecos, o Alepo, en Siria. Dichas construcciones se caracterizan por muros gruesos con pequeñas aberturas y por patios y calles sombreadas. En Chibam, una ciudad yemení del siglo XVI, se aplicaron los mismos principios a los edificios altos.

Esto dista mucho de la arquitectura y el urbanismo de las metrópolis desérticas contemporáneas, dominadas por sofisticados rascacielos. A pesar de tener persianas exteriores o acristalamientos diseñados para reducir la absorción de la radiación solar, estos edificios siguen necesitando una gran cantidad de aire acondicionado. A la vista de ello, en la península arábiga se están explorando otros modelos de desarrollo. Masdar, por ejemplo, una nueva ciudad a las afueras de Abu Dhabi en construcción desde 2008, pretende diseñar una urbe moderna basada en principios tradicionales adaptados al clima, al mismo tiempo que aprovecha las energías renovables.

Emisiones ocultas de los materiales

Aunque el funcionamiento de los edificios genera la mayor parte de las emisiones de CO2 del sector, la huella de carbono de su construcción no es desdeñable. El “carbono incorporado” de un edificio se refiere a las emisiones producidas durante la extracción y transformación de las materias primas y su transporte. El acero, el hormigón armado y los ladrillos figuran entre los materiales que más CO2 emiten. La industria del cemento es responsable de aproximadamente el 8% de las emisiones mundiales y el sector de la construcción, con su afición al hormigón armado, es uno de los principales consumidores.

Las tasas de captación de dióxido de carbono pueden reducirse mediante la optimización de los materiales, una producción débil en COy la utilización de otros materiales débiles en carbono. Esto se ha traducido últimamente por un renovado interés por materiales naturales como las plantas, la madera y los juncos. También están ganando popularidad las técnicas de construcción con tierra local, como el abobe, los bloques de tierra comprimida o los ladrillos de arcilla secados al sol. En 2021, una empresa sueca presentó un método para fabricar acero bajo en carbono a partir de hidrógeno producido con electricidad renovable.

En todo el mundo, diversos proyectos han demostrado recientemente que el uso de productos de madera puede reducir la dependencia del acero y del hormigón en edificios altos, como la torre Mjøstårnet de Brumunddal, en Noruega, de 85,4 metros de altura, construida con madera laminada encolada y estratificación cruzada.

Economía circular

Reducir el consumo de materiales es crucial en la transición hacia un modelo sostenible. Para lograrlo, tenemos que pasar de una economía lineal, en la que los materiales se usan y luego se tiran, a una economía circular que los reutilice y recicle. En una economía circular, los materiales obtenidos durante la demolición no se consideran residuos, sino recursos, y de ahí se deriva la necesidad de concebir un edificio que pueda desmontarse y reutilizarse fácilmente.

Reducir el consumo de materiales es crucial en la transición hacia un modelo sostenible

Los edificios con estructuras de madera de Inglaterra, Malasia, China o Japón son ejemplos tradicionales de estructuras desmontables. En el ámbito de la arquitectura contemporánea podemos citar el ejemplo del 220 Terminal Avenue, un edificio modular con 40 unidades de alojamiento temporal que se inauguró en 2017 en Vancouver (Canadá), así como estadios desmontables utilizados para grandes eventos deportivos. Con el mismo espíritu, el estudio estadounidense Kieran Timberlake ha diseñado Loblolly House, una casa híbrida construida con elementos prefabricados que pueden montarse y desmontarse in situ con herramientas sencillas.

La práctica sostenible también implica tener en cuenta los edificios y sus materiales en la fase de diseño, así como en el funcionamiento, mantenimiento y modernización a lo largo de varias generaciones, lo cual también hace referencia a la rehabilitación progresiva y la reutilización de los edificios, que se encuentran en la encrucijada entre el desarrollo sostenible y la conservación arquitectónica.

Reutilizar en vez de destruir

La reutilización tras la adaptación no sólo evita la demolición, sino que también reduce el consumo de energía tras la renovación. Se tiene mucho cuidado en proteger los edificios patrimoniales, pero la mayoría no se consideran notables desde un punto de vista histórico. Muchos de ellos son demolidos al cabo de treinta o cincuenta años. La crisis medioambiental mundial nos obliga a poner en tela de juicio este hábito y empezamos a plantearnos la cuestión de si la “importancia climática” de un edificio tiene que evaluarse al mismo nivel que su relevancia histórica o cultural.

En Francia, los arquitectos Anne Lacaton y Jean-Philippe Vassal han demostrado cómo la renovación de urbanizaciones de posguerra podía evitar su demolición. En Friburgo (Alemania), la renovación de un edificio de dieciséis plantas construido en la década de 1960, en Bugginger Strasse 50, ha reducido en un 80% el consumo de energía para calefacción.

Muchos proyectos en Europa y Norteamérica suelen acarrear soluciones técnicas complejas y costosas, pero los principios del diseño sostenible son universales y adaptables a diferentes contextos económicos y climáticos. En el siglo XX, Laurie Baker (1917-2007), en la India, y Hassan Fathy (1900-1989), en Egipto, intentaron recuperar la construcción tradicional para crear viviendas asequibles y adaptadas al clima. Más recientemente, el arquitecto germano-burkinés Diébédo Francis Kéré y la arquitecta paquistaní Yasmeen Lari han retomado los principios de la arquitectura local para sentar las bases de una arquitectura sostenible en los países del Sur.

Al basarse en las propiedades físicas de los edificios, esta vuelta a los orígenes demuestra que la arquitectura sostenible no depende de soluciones técnicas complejas. No es un objetivo inalcanzable que dependa de futuras innovaciones. El desarrollo sostenible exige, sobre todo,  que los diseñadores sean ingeniosos y hagan un uso inteligente de los muchos principios y tecnologías existentes.

Construir para el mañana
UNESCO
enero-marzo 2024
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