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En Viena, jardines en la cumbre

En la capital austríaca, plantas de todo tipo crecen desde hace años en las azoteas de los edificios y funcionan como islas de frescor durante los días calurosos, al tiempo que ayudan a reducir las emisiones de carbono.
La Hundertwasserhaus à Vienne, construite dans les années 1980 par Friedensreich Hundertwasser, accueille sur son toit et ses balcons pas moins de 250 arbres et arbustes.

Barbara Hallmann
Periodista en Havelberg, Alemania

En el número 34-38 de la calle Kegelgasse, en el distrito 3 de Viena, se alza una de las curiosidades arquitectónicas de la ciudad. Este colorido edificio de formas singulares fue construido en la década de 1980 por Friedensreich Hundertwasser y se ha convertido en fuente de inspiración para generaciones de arquitectos preocupados por la ecología. Esta extraña casa adosada a un edificio de cristal da cabida a diversos puntos de vegetación y su tejado y balcones albergan no menos de 250 árboles y arbustos.

Aunque se trata del edificio más emblemático de este estilo, la Hundertwasserhaus dista mucho de ser el único inmueble de Viena que posee una cubierta vegetal. Los jardines colgantes crecen en esta ciudad desde hace varias décadas. En 2011, el Ayuntamiento estableció un inventario de cerca de 1.070 hectáreas de tejado aptas para acogerlos. En aquel momento, casi una de cada cuatro de estas áreas ya estaba plantada, y los proyectos de este tipo siguen prosperando. Hace poco, una tienda sueca de muebles abrió un jardín accesible al público en la terraza de su sucursal, en el centro de Viena, y unos grandes almacenes de lujo ya están listos para inaugurar un nuevo edificio con un jardín de 900 metros cuadrados en el tejado.

Huertos colgantes

Más que una moda, estos espacios suspendidos responden a una necesidad real. Los beneficios de las zonas ajardinadas, que proporcionan islas de frescura vitales en verano y contribuyen a reducir las emisiones de dióxido de carbono, son reconocidos y están bien documentados. Pero en las grandes ciudades no queda espacio suficiente para crear nuevos parques y jardines. Para absorber el crecimiento demográfico y evitar un aumento de la superficie ocupada por el asfalto y el hormigón, las ciudades están condenadas a ser más densas.

Más que una moda, las terrazas ajardinadas responden a una necesidad real

Ahora bien, los edificios actuales casi siempre están hechos de materiales como el hormigón que absorben y retienen el calor, y su altura impide que se beneficien de la sombra natural de los árboles. Las altas temperaturas que se desprenden de los aparatos de aire acondicionado, el tráfico y los residuos industriales contribuyen a convertir las ciudades en hornos durante los picos de calor.

Por eso las terrazas ajardinadas son cada vez más populares, ya que constituyen una alternativa ante el calentamiento global contemporáneo. Un estudio realizado en Viena en 2018 demostró que, si todos los techos planos se reverdecen y los inclinados se cubren con materiales reflectantes, la duración de las olas de calor en el centro de la ciudad podría reducirse en casi un 30 %.

La asociación Operación Grüner Daumen lleva más de diez años trabajando para fomentar la jardinería en la ciudad, sobre todo en el barrio de Mariahilf, uno de los más poblados de la capital, donde los huertos proliferan ahora en numerosas terrazas. Mike Graner, su fundador, está convencido de que, a largo plazo, estas iniciativas pueden contribuir a cambiar los comportamientos de las personas. “Los vecinos cultivan sus propias frutas y verduras, y así se ven confrontados en el día a día a los desafíos de la producción hortícola y los efectos del cambio climático”, explica.

Estas superficies vegetales suspendidas también tienen virtudes para los edificios: las plantas garantizan temperaturas más estables, algo que permite la protección de las cubiertas y alarga su vida útil. Un estudio realizado por el Ayuntamiento de Viena demuestra que, si cumple las normas técnicas vigentes, un tejado “verde” es, a la larga, menos costoso que una terraza cubierta de gravilla.

Biotopo para los insectos

Estos beneficios son aún mayores cuando se instalan paneles fotovoltaicos en la parte superior de los edificios. “No se plantea si es mejor instalar paneles solares o un jardín en el tejado. Al combinar ambas cosas, se produce energía con poca huella de carbono y se saca provecho del frescor que proporciona la vegetación”, explica Irene Zluwa, doctora en Agronomía y colaboradora del laboratorio de investigación e innovación Grünstattgrau de Viena.

El tejado genera energía, actúa como depósito de agua, mejora la calidad del aire y reduce el ruido. Si se mantiene adecuadamente, puede incluso crear un biotopo para ciertas especies de insectos. Los vecinos del edificio también se benefician. “Una cubierta de módulos fotovoltaicos protege el jardín del sol, el viento y la lluvia. Es más agradable y podemos disfrutar de la vegetación durante más tiempo todo el año”, afirma Irene Zluwa.

Una cubierta de módulos fotovoltaicos protege el jardín del sol, el viento y la lluvia

Pero hay un conjunto de obstáculos que impide la generalización de estos jardines colgantes. Mientras los particulares pueden hacer lo que les plazca en los tejados de sus casas, la situación es más compleja cuando se trata de utilizar un espacio situado en lo alto de un edificio que es propiedad de terceros. La asociación de Mike Graner ha instalado su jardín en la terraza de un aparcamiento que pertenece a la ciudad de Viena. “En este caso, el Ayuntamiento acogió bien la iniciativa, pero los propietarios privados suelen ser mucho más cautelosos con este tipo de proyectos, técnicamente complejos y poco lucrativos”, lamenta. “La mayoría de los promotores inmobiliarios prefieren reservar la última planta para viviendas por razones de rentabilidad”, confirma por su parte Zluwa.

A pesar de estas trabas, los jardines de azotea están ganando terreno en todo el mundo. Sitios como Greenroofs, que lleva la cuenta de los nuevos proyectos, dan testimonio de este auge. Irene Zluwa se muestra optimista sobre su desarrollo. “Cada vez hay más proyectos, lo que permite a la gente intercambiar experiencias y animarse a dar el paso”.

Construir para el mañana
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enero-marzo 2024
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