Idea

Dan Meyer: “Las matemáticas tienen un obvio problema de percepción en los alumnos”

¿Las matemáticas son abstractas, demasiado difíciles o están reservadas a una minoría selecta? Experto en pedagogía, Dan Meyer cuestiona estos tópicos. Meyer culpa a los métodos tradicionales de enseñanza e invita a adoptar programas que estimulen el intercambio de ideas y de conocimientos entre los alumnos, en vez de exigirles que adquieran un saber puramente académico.
COU_2023_1_MEYER_WIDE_ANGLE

¿De dónde procede su interés por las matemáticas?

En la escuela siempre me gustaron las matemáticas, aunque también tuve mi cuota de decepción y desaliento. De hecho, fueron precisamente esas experiencias negativas las que me ayudaron a comprender a los estudiantes que tropiezan con dificultades. Pero también tuve la suerte de coincidir con docentes excepcionales, que mostraban interés por los alumnos y que supieron apreciar mis ideas, aunque estas no tuvieran nada de nuevo.

Además, viví momentos muy interesantes al usar las matemáticas para conseguir objetivos concretos o dar respuestas a preguntas que se me planteaban. No era algo que hacía exclusivamente para lograr buenas notas o para conseguir un diploma. Por ejemplo, en el supermercado, sentía curiosidad por saber cuál era la caja más rápida: ¿la cola exprés, en la que hay muchas personas con pocos artículos, o la que atiende a pocos clientes con carritos repletos de mercancías? Es apasionante tomar una experiencia de la vida cotidiana y aplicar las matemáticas para tratar de hallar una respuesta.

¿Por qué hay tantos alumnos “traumatizados” por esta asignatura?

En Google, la pregunta “¿Por qué soy nulo en mates?” presenta un número de consultas muy superior a la misma pregunta aplicada a materias como las lenguas, las ciencias o la historia. Es evidente que las matemáticas tienen un problema de percepción obvio entre los alumnos. Se trata de un tema cultural y de contexto familiar, pero los docentes también tienen parte de responsabilidad.

Los alumnos terminan por pensar que las matemáticas son una disciplina etérea, que les obliga a renunciar a su idea de sí mismos y del mundo

En las demás asignaturas, generalmente nos esforzamos por saber  qué conocimientos previos tienen los estudiantes, pero en matemáticas, se parte del principio de que tienen poco conocimiento. Para conseguir buenas notas se les exige que hagan abstracción de todo lo que saben sobre números, formas y modelos, y que asimilen todo un conjunto de conocimientos académicos. No habría que plantearles problemas de, por ejemplo, cómo correr diez kilómetros a velocidad constante, si los alumnos saben que esa posibilidad no existe en la vida real. Y, sin embargo, ¡es lo que hacemos todo el rato! Así, ellos terminan por creer que las matemáticas son una disciplina etérea, que les obliga a renunciar a su idea de sí mismos y del mundo.

Además, existe la tendencia a creer que el mundo se divide entre los superdotados y los nulos para las matemáticas. En general, eso no ocurre en las humanidades, en las que la verdad suele derivarse de un consenso que permite que tanto los no especialistas como los expertos puedan expresar sus ideas. En matemáticas, sin embargo, es preciso complacer a historiadores fallecidos hace siglos, que crearon el canon matemático. ¡Eso puede ser una experiencia traumatizante! No estoy seguro de querer asistir, día tras día, durante doce años de mi vida, a una clase en la que tengo que esforzarme para complacer a un elenco de cadáveres. 

¿Cómo habría que enseñar las matemáticas para que fueran atractivas a los alumnos?

Es preciso que hagamos un esfuerzo para ofrecer a los estudiantes experiencias que despierten sus sentidos y les ayuden a recordar conocimientos que ya poseen. Es importante que se interesen por las actividades que se les proponen y que comprendan su utilidad. Es frecuente que muchos alumnos terminen el curso con una sensación de incomodidad, sintiéndose menos competentes y menos provechosos que antes de empezar a estudiar. ¡Es una vergüenza! Deberíamos consagrar toda nuestra energía a la forma de enseñar las matemáticas.   

Últimamente, dedico mucho tiempo a tratar de comprender cómo hacer justicia al increíble valor de las vidas humanas de las que los profesores formamos parte por un breve instante. Si los alumnos no se sienten apreciados por su entorno, eso debería  incitarnos a hacer algo para cambiarlo.

¿Cómo motivar a los docentes para que cambien sus métodos de enseñanza?

Los docentes son absolutamente indispensables. Aunque soy muy crítico con su enfoque pedagógico, también siento un respeto inmenso por su trabajo. Algo que pueden hacer mejor que la tecnología es proporcionar a los alumnos ocasiones para compartir el contenido de sus mentes, e intercambiar sus conocimientos de matemáticas. Por ejemplo, pueden dibujar en la pizarra varias formas similares, pero diferentes, y preguntarles: “¿En qué se parecen y en qué se diferencian estas formas? ¿Cuál de ellas es ajena al conjunto?” El docente genera así un contexto de confianza y permite que expresen sus ideas, y esa actitud facilita el aprendizaje y permite que los alumnos disfruten de estudiar.

 Cualquiera que haya enseñado conoce la complejidad del trabajo, hay que ser a la vez sociólogo, terapeuta y académico

Cuando era profesor, dedicaba mucho tiempo a modificar y perfeccionar los cursos. En esa tarea, los docentes necesitan de un acompañamiento particular. La mayoría de los programas escolares se limitan a decir a los alumnos: “Nos importa poco lo que ustedes ya saben. ¡Aquí tienen lo que nosotros sabemos y se lo vamos a imponer!” Hay que proponer a los docentes otros métodos pedagógicos. Hay que ayudarles a escuchar eficazmente, a conectar entre sí diferentes ideas. La tarea es titánica. Cualquiera que haya practicado la docencia comprende la complejidad de este trabajo, que exige a la vez ser sociólogo y psicólogo, y además dominar plenamente la asignatura que uno imparte. Es un cometido sumamente difícil, que requiere múltiples apoyos. 

¿Cómo debería ser el manual escolar de matemáticas del futuro? 

El manual del futuro debería conceder tanto espacio al desarrollo de las ideas de los alumnos como a las teorías del pasado. Ese libro debería preguntarse en cada página: “¿Por qué se inventaron las nuevas matemáticas? ¿Qué problema se supone que han de solucionar? ¿Por qué las teorías anteriores han resultado inoperantes?” El manual del futuro debería explicar por qué necesitamos esas matemáticas innovadoras, y ayudar a los alumnos a examinar esa necesidad. Debemos ocuparnos de las necesidades reales que tienen los seres humanos durante su proceso de aprendizaje.

Dan Meyer

Dan Meyer fue profesor de matemáticas en la enseñanza secundaria antes de obtener un doctorado en pedagogía en la Universidad de Stanford, en Estados Unidos. Actualmente es director de investigación en Desmos, una empresa que elabora instrumentos y programas matemáticos gratuitos para docentes de todo el mundo.

Maths counts
UNESCO
January-March 2023
UNESCO
0000384081