Idea

La pasión de la edición aferrada al cuerpo

¿Publicar libros a pesar de la escasez de papel y de la inflación galopante que sacuden Argentina? La editorial independiente Libros Silvestres lleva a cabo esta proeza desde su creación. El secreto de Carolina Musa, su directora general: una determinación a prueba de bomba y una buena dosis de creatividad.
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Carolina Musa
Directora general de la editorial Libros Silvestres

Desde que aprendí a leer las palabras me han fascinado. Escribí mi primer poema a los diez años y no he dejado de hacerlo nunca, entonces empecé a pensar en una editorial como un camino posible para publicar mis propios textos. Coordinaba talleres literarios para niños y construía marionetas de madera cuando me encontré con la técnica pop up. En ese encuentro convergieron varias pasiones personales, y se podría decir que me cambió la vida.

Advertí que los movimientos iban provocando a las palabras. Empecé probando formas tridimensionales de una serie de casas que dibujaba mi amiga Laura Oriato y de ese juego nacieron los dos primeros Libros Silvestres: Caserío, en 2014 y Cabeza de flor, en 2015. En los dos casos, fueron cincuenta ejemplares montados página por página en forma artesanal. La recepción de estos títulos fue tan buena que prácticamente nos obligó a sistematizar  nuestra producción.

Hoy, diez años después de su creación, nuestra editorial ubicada en Rosario, unos 300 kilómetros al noroeste de Buenos Aires, sigue en marcha y nuestro catálogo cuenta con 56 títulos. Edito y publico ficción, literatura, especialmente para niños. Me encantan los libros ilustrados y siempre me ha apenado que los libros para adultos no tengan dibujos. Creo que la imagen es un descanso para la mente, que aporta otras capas de sentido y provoca al lector.

También me seducen los libros que se abren raro, que proponen recorridos interactivos, que poseen efectos de volumen, movimiento, que se leen al revés… En la colección Una Cosa Maravillosa me doy el gusto de desarrollar estas ideas. El libro troquelado Fábrica de escalofríos, por ejemplo, permite combinar diez millones de poemas y lleva impresas más de veinte mil copias. 

Imaginar el libro posible

La serie ¿Qué es? ¿Dónde está? propone Cien cosas para buscar y encontrar, en un pequeñísimo formato con plegado origami. Hay otra clase de objetos que nombro “artefactos literarios”, que no son libros en el sentido estricto pero que sí habilitan una experiencia literaria como Los cuentos de Juanito Conejo (un sobre que contiene cuentos-cartas y otros materiales para jugar) o La noche alrededor (postales cuenteras).

Tengo la suerte de publicar lo que me apasiona

Tengo la suerte de publicar lo que me apasiona, aquellos textos que provocan un vuelco al corazón. A partir del texto, imagino el libro. Creo que esa es la función primordial del editor: imaginar el libro posible. Paso horas mirando ilustraciones y explorando artistas visuales, hasta encontrar a la persona que puede llevar el libro en determinada dirección. 

A veces admiro mucho a un artista y espero (una espera activa, atenta y alerta) al texto que pueda conectar con ese universo visual. En el fondo pienso que editar es también una suerte de acto de justicia. Poner a circular textos que considerás pequeñas joyas, o volver a publicar autores geniales como Daniel Moyano, Nancy Bacelo o Luisa Futoransky, que están en nuestro catálogo, y tenderles un puente hacia nuevas generaciones.

Penuria de papel

Este es el sueño. La realidad es otra cosa. Sostener una programación anual de publicación hoy en Argentina es una tarea titánica. La crisis económica y el contexto inflacionario provocan el aumento continuado y sostenido de los insumos gráficos, lo que redunda en el aumento de los costos de impresión. Argentina no produce el papel para cubrir las necesidades de la industria local ni tampoco están dadas las condiciones para la importación, lo cual agrava el escenario con el desabastecimiento de este recurso fundamental. Su gran demanda presiona todavía más sobre los costos de impresión y genera consecuencias de todo tipo. Una, que consideramos importante, es la dificultad para sostener la continuidad de ciertas decisiones estéticas. 

 Sostener una programación anual de publicación en Argentina es una tarea titánica

Otra dificultad que nos inquieta especialmente es el precio de venta al público de nuestros libros: altísimo. Eso nos deja a los editores en una encrucijada: ¿estamos produciendo un objeto elitista?, ¿no era el libro un objeto emancipador, democratizador? Desde mi punto de vista el gran desafío de los editores argentinos, posiblemente de todo el Sur global, es desarrollar nuestras ideas y proyectos al mismo tiempo que inventamos los recursos y reinventamos formas de producción y circulación. 

Hacer mucho con poco

En ese sentido, a la hora de producir, en ocasiones avanzamos sobre tareas y procesos propios de las imprentas, formamos alianzas con talleres de impresión para amortiguar los costos de salida del libro; incluso tenemos nuestro propio atelier gráfico donde realizamos buena parte del trabajo de montaje y encuadernación. Al operar con tiradas pequeñas (500 ejemplares) conseguimos una mayor rotación, enfocándonos en una activa política de reimpresiones de aquellos títulos que tienen más salida en librerías.

Otra estrategia frecuente es la preventa o venta anticipada –con gran descuento– a lectores fieles de la editorial. Por otra parte, disponemos de nuestros puntos de venta en una red de pequeñas y medianas librerías independientes, que seleccionan con gran cuidado su fondo comercial. Además, realizamos actividades en escuelas, bibliotecas populares y talleres literarios con la intención de generar lazos entre autores y lectores. 

También participamos en Ferias del Libro de todo el país y gestionamos ayudas y proyectos concretos con instituciones nacionales y extranjeras. En una palabra: tenemos la obligación de generar un acontecimiento con la salida de cada libro para recuperar la inversión inicial. 

Se dice que toda crisis es una oportunidad: hay que hacer mucho con poco o casi nada. En cualquier caso, por muchos que fueran los obstáculos, no me imagino un mundo sin hacer libros, sin leer libros y sin contagiar la pasión que los libros me inspiran.