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En Canadá, un centro trata las heridas del exilio

Ignorada durante años, la sensación psíquica de desamparo de migrantes y refugiados es cada vez más tenida en cuenta, tal y como nuestra la labor del servicio de asistencia psicológica del Hospital Jeffery Hale de Quebec, en Canadá, que trata los síntomas de los pacientes en función de su cultura de origen.

Guy Sabourin

Periodista independiente en Montreal, Canadá

Llamémosle Asane Traoré, porque quiere ocultar su nombre. Este hombre sufrió la angustiosa situación de violencias y matanzas perpetradas en el África Occidental por grupos yihadistas, y se vio forzado a abandonar su país y solicitar asilo en Quebec. Por las noches se encierra con su familia en casa y tranca todas las ventanas. Sigue sintiendo que le persiguen.

“Está aquí, pero sigue allí, como tantos otros”, explica el psicólogo Jean-Bernard Pocreau, profesor asociado de la Universidad de Laval y cofundador del Servicio de Asistencia Psicológica Especializado en Migrantes y Refugiados (SAPSIR). “Lo que hacía allá tenía sentido, pero acá ya no lo tiene. Está contagiando su angustia a toda la familia”.

En general, los migrantes no padecen más problemas de salud mental que las demás categorías de la población: una persona de cada cuatro en algún momento de su vida, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Pero las vivencias experimentadas  en su país de origen y en el de acogida pueden agudizar su sensación psíquica de desamparo.

Los migrantes que pueden retornar a sus países pueden dejarse llevar por la melancolía e idealizar la vida que dejaron atrás. “Este tipo de nostalgias puede hacer resurgir o exacerbar patologías anteriores latentes en las personas que ya eran frágiles o vulnerables”, señala Pocreau.

Descifrar los sufrimientos

Sin embargo, sobrellevar sus duelos puede ser algo muy duro para los que han vivido rupturas y desgarros graves, como los solicitantes de asilo y los refugiados. Se ven expuestos a episodios de depresión y angustia, tensiones postraumáticas y conflictos familiares agudizados por el exilio que suelen manifestarse con dolencias somáticas en la cabeza, el aparato digestivo y la columna vertebral.

“Aunque no se constaten dolencias orgánicas –nos explica Jean-Bernard Pocreau– el sufrimiento físico de esas personas no deja de ser real. La lectura que los migrantes de países con culturas ancestrales hacen de sus dificultades difieren mucho de las nuestras. Por eso tenemos que descifrarlas primero”. Las diferentes patologías afectan sobre todo a la confianza en sí mismos, a sus vínculos sociales y a sus perspectivas de futuro.

Migrantes y refugiados son además objeto de diversas violencias institucionales y de agresiones que se pueden repetir en los países de acogida. Muestra de ello es la historia de una mujer que pudo escapar al conflicto interétnico ruandés, en el que perdió gran parte de su familia e hijos, y pudo rehacer su vida en Quebec, pero una noche, al salir del trabajo, fue agredida. “Esa agresión –dice Pocreau– hizo aflorar todos sus traumatismos pasados y su vitalidad reconstruida se vino abajo. La irracionalidad hizo presa en ella y le infundió la sensación de que se hallaba en peligro dondequiera que estuviese”.

La aportación de la etnopsiquiatría

“Hacia principios del decenio de 2000, los migrantes y refugiados se sentían incomprendidos cuando acudían al sistema de atención médico-sanitaria en momentos en que se sentían desamparados psicológicamente”, explica Lucienne Martins Borges, profesora en la Escuela de Trabajo Social y Criminología de la Universidad de Laval y cofundadora del SAPSIR. “Hemos tomado conciencia de este hecho y hemos creado un servicio especializado para esta categoría de personas”.

"A principios del milenio, los migrantes se sentían incomprendidos cuando acudían al sistema sanitario en busca de asistencia psicológica"

El SAPSIR realiza su labor en locales contiguos al Servicio de Salud para Refugiados del Hospital Jeffery Hale de Quebec. Martins Borges nos habla de lo que denomina el “gran grupo” que asume el tratamiento del paciente, compuesto por un psicólogo principal, un coterapeuta, un asistente social, un sanitario y un intérprete que sirve de mediador cultural.

“El gran grupo puede responder mejor cuando se presentan casos complejos. En efecto, los pacientes a los que tratamos son con frecuencia oriundos de medios sociales colectivistas o comunitarios, y por eso reaccionan mejor a una terapia realizada en colectivo por varios interlocutores”. Según las características de cada paciente, también se le puede tratar con un grupo reducido de dos o tres interlocutores, e incluso con uno solo en contadas ocasiones.

“Cuando intervenimos –dice Jean-Bernard Pocreau– debemos basarnos en los elementos que han estructurado la cultura del paciente y que tienen sentido para él. Debemos penetrar poco a poco en su universo mental para ir tejiendo y construyendo con él un entendimiento común. Esto es muy importante para que pueda hacer suyo el tratamiento y lo considere adecuado y útil”. De lo que se trata es de imprimir un enfoque etnopsiquiátrico a la terapia, otorgando una importancia esencial al aspecto cultural incrustado en la manifestación de los síntomas psicológicos.

El SAPSIR organiza entre 15 y 17 sesiones para cada paciente y luego supervisa la labor del interlocutor que va seguir el tratamiento. Así, se va extendiendo el enfoque de este servicio por todo el territorio. Pocreau nos dice satisfecho: “Hace 25 años que trabajo en esto y puedo afirmar que la visión de los interlocutores de los pacientes está evolucionando”. Y añade que en Quebec se están inspirando en la etnopsiquiatría y adoptando en el plano clínico un enfoque intercultural para tratar las dolencias psíquicas de los migrantes y refugiados.

SAPSIR’s approach accords a central place to the cultural dimension in the expression of psychological symptoms

Restablecer la confianza en el futuro

Los migrantes y refugiados necesitan seguridad física y psicológica para sentirse capaces de hacer proyectos. Deben encontrar una respuesta a la pregunta: “¿Cómo voy a seguir siendo yo mismo fuera de mi tierra, después de haberla abandonado?” Para esto necesitan tiempo, una red de protección, un entorno y la certeza de hallarse en un lugar seguro, como un ingeniero agrónomo sudamericano a quien raptaron fuerzas paramilitares por haberse consagrado a prestar servicios a comunidades campesinas.

Sus secuestradores le metieron en un saco, arrojándolo al agua y acribillándolo a balazos. Fue milagroso que escapara, pero llegó a Canadá en un estado depresivo total que le incapacitaba para tener cualquier perspectiva de futuro. Hasta que se involucró en un movimiento local para salvaguardar un río de Quebec. Jean-Bernard Pocreau dice sobre este caso: “Este hombre se encontró con universo parecido al suyo anterior, que le resultaba conocido y tenía un sentido para él. Eso es lo que hace que un individuo pueda vivir la coherencia y continuidad de su personalidad”.

“Cuando un paciente se cura, ocurre como en las fotos publicitarias del ‘antes’ y el ‘después’ de una cirugía plástica”, ilustra Lucienne Martins Borges. “Se nota el cambio físico. No vemos ya a una persona desamparada, encorvada y descolorida, sino a alguien que se ha dinamizado rápidamente, que sonríe y que va cobrando confianza en el futuro. Si no viéramos estos resultados positivos de nuestras terapias, creo que nos faltarían fuerzas para seguir”.

“También ocurre a veces que perdemos todo contacto con personas impropiamente agresivas, tristes o depresivas que no confían en los demás y no consiguen mantener la interlocución entablada con ellas”, agrega la terapeuta.

“Nuestro dispositivo responde a una necesidad, y la mayoría de las personas que recibimos vuelven a encontrar un sentido a sus vidas. Las que me preocupan son aquellas que no logran tener acceso a nuestro servicio, especialmente muchos niños de migrantes que padecen traumas. Eso es lo que nos quita el sueño ahora”. Pero será por poco tiempo…, ya que el SAPSIR tiene previsto abrir una sección infantil en el otoño de 2021.

*Algunos nombres han sido modificados para proteger las identidades de los entrevistados.

Historias de MIGRACIONES
UNESCO
Octubre-Diciembre 2021
UNESCO
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